sábado, marzo 20, 2010

Reseña de 'Ojos de luna' e 'Historias para morderte los labios'

LOS EXTREMOS DE YOLANDA ARROYO PIZARRO

El delirio literario armado en las dos recientes colecciones de cuentos de Yolanda Arroyo Pizarro, tituladas Ojos de luna e Historias para morderte los labios, recorre no ya épocas y lugares distintos, sino eras, eones, latitudes, existencias apartadísimas, que sin embargo comparten una misma inclinación a bregar con la situación límite. La amplia variedad de ‘casos’ que trabaja esta autora no es, en rigor, inventada, pertenece al catálogo de encuentros de x tipo que nos depara la sociedad neoliberal globalizada en su fase runaway. El radar imaginativo de Arroyo Pizarro detecta esos casos típicamente invisibilizados de lo extremo y les proporciona la sustancia lenguajera que no tienen en su estado crudo, les da la existencia que les niega la sociedad del espectáculo. Les da, en fin, realidad.

La tapa un tanto fashion de Historias para morderte los labios no es demasiado justa con el contenido, pero sí acierta al incluir una mariposa ensangrentada. La mariposa es la psiquis potente de esta escritora, capaz de mimetizar un gran repertorio de vivencias desgarradoras. En Ojos de luna, un volumen pulcramente editado por Terranova, el foco del narrador salta, como Psiquis, de persona en persona, asumiendo las voces y conciencias abigarradas de: 1) “amazonas” taínas del siglo XVI; 2) una esclava violada y mutilada del siglo XVII; 3) una hebrea rebelde de la antigüedad; 4) una potencial rea de la Inquisición medieval; 5) un hermafrodita zoofílico del siglo XXI; 5) una esposa maltratada vecina de Virginia Woolf en Bloomsbury; 6) y un niño convertido en discípulo sexual de una señora casada. Esta mimesis que repasa el delirio de la historia desde la perspectiva de los “vencidos”, en verdad inventa subjetividades contemporáneas resultantes de un devenir minoritario políticamente motivado y replantea el espíritu de rebeldía radical que la historia suprime. El cuento más interesante del volumen quizás sea “Moridero de olas”, que al reivindicar una especie de hedonismo terminal contrasta con la visión tan disciplinaria y nihilista prevaleciente en otra obra con tema similar de Mario Bellatin. Los enfermos terminales de Salón de belleza, de Bellatin, se encierran en una institución negadora de la vida, pero los enfermos de “Moridero de olas” se las agencian para irse de crucero permanente por el archipíelago de Puerto Rico en un velero de cabotaje manejado por ellos mismos, donde escapan de las trampas financieras y deshumanizantes del sistema de salud neoliberal para “bregar” con la enfermedad y la muerte dentro de una especie de comunismo turístico local que se sostiene con los desechos marítimos de la industria turística transnacional. Yolanda Arroyo Pizarro plasma aquí una alegoría de la resistencia a la colonialidad en el Puerto Rico contemporáneo.

El otro volumen de ella, Historias para morderte los labios, es más disperso, variopinto y tal vez menos cuidado, pero se le debe ver como un paréntesis experimental en el cual la autora parece buscar una transición estética. Algunos relatos, como “Niño Bawana” retoman el delirio “tribal”. Queda bien claro en este relato que Arroyo Pizarro no postula una nostalgia new age del holismo tribal. Una jovencita africana y su amante occidental se niegan a aceptar la ablación del clítoris que la “comunidad” pretende imponerle a ella. Los personajes “tribales” que ella recrea e inventa buscan escapar a toda costa de la comunidad atávica que parece aplastarlos, para reinventar otros pueblos y tribus que devienen aún más minoritarios dentro de las minorías establecidas. Para ella la comunidad más radical siempre es la comunidad de los amantes, que no es sólo una comunidad de amantes románticos sino también una panoplia de uniones afectivas que rebasan la sexualidad y que contagian políticamente el entorno social. Otros relatos mimetizan las vivencias de una “narco-mula”; de una joven sexualmente atribulada que asume el cuido de su padre moribundo; de una masturbadora compulsiva que discute a Jacques Derrida en Starbucks; de un expresidiario autodesignado como ángel guardián de una activista legal norteamericana en Puerto Rico… Hay fragmentos completamente delirantes donde la voz narrativa personifica una fantástica ciudad de gárgolas que encarna el caos urbano através de los milenios. Otros asumen las voces de niñitos maltratados en barriadas urbanas. La colección oscila entre el hiperrealismo y la fantasía casi cyberpunk. Algunos pasajes bordean el cliché new age, pero los rescata una actitud de inconformidad que se distancia de la falsa armonía terapéutica de la “nueva era”. Ningún texto es aburrido, por más que algunos fragmentos dan la impresión de negarle al lector un desarrollo mayor que queda latiendo, en una inconclusividad gratuita, tal vez descuidada. Pero el conjunto de los dos volúmenes no sólo promete, sino que cumple a cabalidad y nos lega una aportación literaria notable.

--Juan Duchesne Winter, marzo 2010.
(Revista Hotel Abismo # 5)

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Acerca de mí

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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970). Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña. Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Acaba de recibir Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011). Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).

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